Pestañas

Presentación del Señor– Año A


Todos lo esperaban, solo Ana y Simeón lo reconocieron
Fernando Armellini
 
Introducción
             Han pasado cuarenta días desde la Navidad y, quizás con un poco de nostalgia, recordamos aún las emociones que experimentamos en esos días, sobre todo por el gozoso mensaje que nos trajo el Niño, astro venido del cielo para iluminar nuestras noches: “nos visitará desde lo alto un amanecer que ilumina a los que habitan en tinieblas y en sombras de muerte” (Lc 1,78-79). ¿A qué se debe que la Iglesia nos invite a contemplar de nuevo al Niño Jesús?
             La fiesta de la Presentación del Señor tiene orígenes muy antiguos. En Oriente ya se celebraba en el siglo IV con el nombre y el significado de Fiesta del Encuentro: porque evocaba el encuentro de Jesús en el tempo con el Padre, con Simeón y Ana, representantes del resto de Israel que permaneció fiel a Dios como Abrahán.

III Domingo del Tiempo Ordinario– Año A

¿Cuánto durará la noche?
Fernando Armellini


             Introducción
             “Judas comió el pedazo de pan y salió inmediatamente. Era de noche” (Jn 13,30). Pocas palabras para describir una escena dramática; un hombre, a merced ya de sus proyectos de locura, abandona a Cristo-luz y viene devorado por la obscuridad.
             La gente teme la obscuridad de la noche y se anima cuando comienzan las primeras luces del alba. Los centinelas escrutan el horizonte, esperando la aurora (Sal 130,6). Largas son las noches de quien, ardiendo de fiebre y presa de pesadillas, gira y da vueltas esperando la mañana (cf. Job 7,3-4).

II Domingo del Tiempo Ordinario, Año A

Dios: aquel que llama
Fernando Armellini

             Introducción
             No hay página de la Escritura en la que no aparezca de un modo u otro el tema de la vocación. “En el principio” Dios llama las criaturas a la existencia (cf. Sab 11,25), llama al hombre a la vida y cuando Adán se aleja de él le pregunta: “Dónde estás?” (Gen 3,9). Llama a un pueblo y lo escoge entre todos los pueblos de la tierra (Dt 10,14-15); llama a Abrahán, Moisés, los profetas y les confía una misión a cumplir, un plan de salvación que llevar a cabo. Llama por nombre también a las estrellas del firmamento y estas responden: “¡Aquí estamos!” y gozan y brillan de alegría para aquel que les ha creado (Bar 3,34-35). Comprender estas vocaciones equivale a descubrir el proyecto que Dios tiene acerca de sus criaturas y acerca de todo hombre. Ninguno y nada es inútil: cada persona, cada ser tiene una función, una tarea que cumplir.

Bautismo del Señor, Año A

 El pasó haciendo el bien
Fernando Armellini


Introducción

Los lugares bíblicos tienen con frecuencia un significado teológico. El mar, el monte, el desierto, la Galilea de las naciones, Samaria, las tierras del otro lado del lago de Genesaret son mucho más que simples indicaciones geográficas (a menudo ni siquiera exactas).

Lucas no especifica el lugar del bautismo de Jesús; Juan, sin embargo, lo especifica: “tuvo lugar en Betania, al otro lado del Jordán, donde Juan estaba bautizando” (Jn 1,28). La tradición ha localizado justamente el episodio en Betábara, el vado por el que también el pueblo de Israel, guiado por Josué, atravesó el río, entrando en la Tierra Prometida. En el gesto de Jesús se hacen presentes el recuerdo explícito del paso de la esclavitud a la libertad y el comienzo de un nuevo éxodo hacia la Tierra Prometida.

II Domingo de Navidad

Y la Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros
Fray Miguel de Burgos Núñez

Este domingo meditamos sobre el Prólogo solemne del Evangelio de Juan. El Prólogo es el portón de entrada. Es la primera cosa que se escribe. Es como un resumen final, puesto al principio. Bajo la forma de una poesía profunda, misteriosa y muy solemne, Juan ofrece un resumen de todo aquello que dirá sobre Jesús en los veintiún capítulos de su evangelio. Probablemente esta poesía era de un cántico de la comunidad, utilizado y adaptado después por Juan. El cántico comunicaba la experiencia que la comunidad tenía de Jesús, Palabra de Dios. También hoy, tenemos muchos cantos y poesías que tratan de traducir y comunicar quién es Jesús para nosotros. Revelan la experiencia que nuestras comunidades tienen de Jesús. Una poesía es como un espejo. Ayuda a descubrir las cosas que están dentro de nosotros. Cada vez que escuchamos o repetimos con atención una poesía, descubrimos cosas nuevas, sea en la poesía misma, como dentro de nosotros. En el curso de la lectura del prólogo del evangelio de Juan es bueno activar la propia memoria y tratar de recordar cualquier cántico o poesía sobre Jesús, de nuestra infancia, una que haya marcado nuestra vida.