Todos
serán bienvenidos, pero atentos a no llegar tarde
Fernando
Armellini
Introducción
“Ensancha
el espacio de tu tienda, despliega sin miedo tus lonas, alarga tus cuerdas,
cava bien tus estacas porque te extenderás a derecha e izquierda” (Is 54,2-3).
Esta es la invitación que el profeta dirige a Jerusalén encerrada en un
apretado cerco de murallas. Se han terminado los tiempos de nacionalismos
estrechos; se abren nuevos e ilimitados horizontes: la ciudad debe prepararse
para recibir a todos los pueblos que vendrán a ella porque todos, no solo
Israel, son herederos de las bendiciones prometidas a Abrahán.