Pestañas

Primer domingo de adviento– Año A

¡Temed el juicio final de Dios!
P. Fernando Armellini

             Esta es la amenaza que aun usan algunos predicadores para persuadir—cada vez en forma menos eficaz—a alejarse del mal.
             La imagen de un Dios juez está presente en el Evangelio, especialmente en el de Mateo donde aparece casi en cada página. ¿Qué sentido tiene?
             La rendición de cuentas al final de los tiempos está demasiado lejano y es muy débil para ejercer un impacto sobre las decisiones que se toman en el tiempo presente, sobre todo esa sentencia inapelable, de tipo forense, pronunciada por Dios al final de la vida no servirá a ninguno: en ese momento será imposible recuperar el tiempo perdido o usado mal.

34º domingo del tiempo ordinario– Año C


Tiene por trono una Cruz Nuestro Señor el Rey del Universo
P. Fernando Armellini

Introducción
             En Roma gobernaba el emperador Tiberio, cuando en a orilla del río Jordán apareció el bautista. Lo que dice provoca entusiasmo, despierta expectativas, suscita esperanzas. Las autoridades políticas y religiosas se preocupan porque consideran subversivo su mensaje. Dice: ¡El reino de los cielos está cerca! (Mt 3,2). Después de él, Jesús comienza a recorrer ciudades y pueblitos anunciando en todas partes: ¡El tiempo se ha cumplido, el reino de Dios es inminente! (Mc 1,15). A veces dice también: El Reino de Dios está ya en medio de ustedes (Lc 17,21). El reino es el centro de la predicación de Jesús; baste pensar que en el Nuevo Testamento el tema del reino de Dios está presente 122 veces y 90 en boca de Jesús.

33º domingo del tiempo ordinario– Año C


Ánimo, yo estoy con vosotros
P. Fernando Armellini

Introducción
           Cuando acontecen trastornos políticos, como guerras, hambre, pestes y la situación de miseria se convierte en intolerable, se difunden fácilmente rumores sobre el fin del mundo. Para dar crédito a estos delirios los adeptos a estas sectas fundamentalistas utilizan algunos textos bíblicos. El más citado es éste: “Debes saber que en los últimos tiempos se presentarán situaciones difíciles. Los hombres serán egoístas y amigos del dinero, fanfarrones, arrogantes, injuriosos, desobedientes a los padres, in gratos, no respetarán la religión…traidores y atrevidos, vanidosos, más amigos del placer que de Dios” (2 Tim 3,1-4). Estas situaciones de malestar se encuentran en toda época, por eso el que quiere hacer previsiones para el fin del mundo no tendrá problemas en establecer la fecha. Esto es lo que hacen los Testigos de Jehová.

32º domingo del tiempo ordinario - Año C


Entre temores e ilusiones, una sola esperanza
Fernando Armellini

Introducción
La gente de todos los tiempos han debido confrontarse con el enigma angustiante de la muerte y han intentado de todas formas posibles superarlo o al menos exorcizarlo. Los egipcios recurrieron la momificación para conservar el cuerpo sin que se descomponga, crearon ritos, ceremonias, prácticas funerarias complicadas y minuciosas para asegurar al difunto una vida en el mundo de Osiris. La gente de la Mesopotamia hablaban de la muerte como de un descenso al “país sin retorno” y, resignados tuvieron que admitir: “Cuando los dioses crearon la humanidad, hicieron a los hombres mortales manteniendo la vida en manos de ellos”. Otros pensaron sobre la posibilidad de un retorno a la vida de este mundo a través de la sucesión de interminables reencarnaciones.

31º domingo del tiempo ordinario - Año C


Indagados por los hombres, contemplados por Dios
P. Fernando Armellini

Introducción
Sobre una tela blanca nuestra mirada nota de inmediato un puntito negro, una manchita de tierra. Por un extraño automatismo nuestros ojos se fijan inmediatamente en lo que disturba. Pasa que un defecto, una deficiencia, una discapacidad se convierten en inspiración para apodos, alusiones y bromas, a veces inocentes, otras veces sarcásticas.
La mirada de la gente es cruel: se fija, especialmente, en las manchas, los límites, los aspectos defectuosos. Y ¿es también así la mirada de Dios? Si de veras es así, entonces estamos mal parados porque “ni el cielo es puro a sus ojos; ¡cuánto menos el hombre, detestado y corrompido, que se bebe como agua la maldad!” (Job 15,15-16).