Introducción
“En
mi angustia” (Sal 77,3) invocamos al Señor porque estamos convencidos que él:
“da vida y aliento y todo a todos” (Hch 17,25). Recurrimos a los santos,
visitamos santuarios, besamos reliquias, hacemos novenas…siempre para tener
vida. Las multitudes buscaban a Jesús “y cuando lo alcanzaban lo retenían para
que no se fuese” (Lc 4,42), lo tocaban “porque salía de él una fuerza que
sanaba a todos” (Lc 6,19). Se acercaban a él para obtener vida. “Yo vine para
que tengan vida y la tengan en abundancia” (Jn 10,10).