Introducción
El término
casa en hebreo significa no sólo el edificio, sino también a la familia, célula
de la sociedad en la que, sobre todo en los tiempos antiguos, la persona
encontraba albergue, se sentía acogida y protegida.
De esta doble
casa la persona no puede prescindir: “Son esenciales para la vida agua, pan,
casa y un vestido para cubrir la desnudez” (Eclo 29,21), por lo que en la
hospitalidad de Oriente Medio siempre ha sido sagrada, como lo atestiguan las
recomendaciones insistentes de la Biblia: “Practiquen la hospitalidad mutua sin
quejarse” (1 Pe 4,9); “No olviden la hospitalidad, por la cual algunos, sin
saberlo, hospedaron a ángeles” (Heb 13,2).