Pestañas

34 Domingo en Tiempo Ordinario



Cristo Rey
El triunfo de los vencidos
P. Fernando Armellini

Introducción

         “Entonces Pilato se hizo cargo de Jesús y lo mando azotar. Y los soldados entrelazaron una corona de espinas y se la pusieron en la cabeza y lo vistieron con un manto rojo, y acercándose a él, le decían: ¡Salud, Rey de los Judíos! Y le pegaban en la cara” (Jn 19,1-3).

33 Domingo en Tiempo Ordinario

A invierno más duro, más fructífera la nueva estación
P. Fernando Armellini


Introducción

         Estamos asistiendo en nuestro mundo de hoy a constantes progresos científicos y tecnológicos, al aumento de la sensibilidad hacia valores más altos, pero nos producen consternación y profundo malestar las injusticias planetarias, las guerras, los bruscos vaivenes políticos, económicos y sociales. Colapsan ideologías consideradas inmunes al paso del tiempo, vienen a menos las certezas, desaparecen de escena personalidades de la política, caen en el olvido atletas y estrellas del espectáculo tan pronto como se apagan los reflectores y las cámaras que los enfocaban. Todo es discutible. Incluso los dogmas son revisados y reinterpretados; ciertas prácticas religiosas que parecían indispensables e insustituibles, se revelan viejas y gastadas, su tiempo pasó y han sido abandonadas.

        

32 Domingo del Tiempo Ordinario

¿Cuánto vale el reino de los cielos?
P. Fernando Armellini
Marcos 12,38-44


Introducción

Son frecuentes las exhortaciones de la Biblia a la limosna: “El honrado da sin tacañerías” (Prov 21,26); “Da tu pan al hambriento y tu ropa al desnudo. Da de limosna cuanto te sobre y no seas tacaño en tus limosnas” (Tb 4,16).

31 Domingo del Tiempo Ordinario

¿Se puede controlar al corazón?
P. Fernando Armellini
    Marcos 12, 28-34

Introducción

El faraón era el amado del dios Ra. Desde los tiempos más remotos, el dios Ra motivaba sus intervenciones a favor del soberano con la fórmula: “Por el amor que te tengo”.

El Dios de Israel no conocía este sentimiento dulce y delicado. En los textos más antiguos de la Biblia a Dios se le atribuyen sólo fuertes pasiones: se arrepiente, se indigna, se apesadumbra cf. (Gn 6,6-7), cultiva la inquebrantable lealtad del señor feudal hacia su vasallo, pero no el amor, así se entiende que, presa del terror, los israelitas suplicaran a Moisés: “Háblanos tú y te escucharemos; que no nos hable Dios que moriremos” (Ex 20,19).