Jesús el
Pan de la Vida
“¡Quien
come de este pan vivirá eternamente!
1. Oración inicial
Señor Jesús, envía tu Espíritu, para que
Él nos ayude a leer la Biblia en el mismo modo con el cual Tú la has leído a
los discípulos en el camino de Emaús. Con la luz de la Palabra, escrita en la
Biblia, Tú les ayudaste a descubrir la presencia de Dios en los acontecimientos
dolorosos de tu condena y muerte. Así, la cruz, que parecía ser el final de
toda esperanza, apareció para ellos como fuente de vida y resurrección.
Crea en nosotros el silencio para
escuchar tu voz en la Creación y en la Escritura, en los acontecimientos y en
las personas, sobre todo en los pobres y en los que sufren. Tu palabra nos
oriente a fin de que también nosotros, como los discípulos de Emaús, podamos
experimentar la fuerza de tu resurrección y testimoniar a los otros que Tú
estás vivo en medio de nosotros como fuente de fraternidad, de justicia y de
paz. Te lo pedimos a Ti, Jesús, Hijo de María, que nos has revelado al Padre y
enviado tu Espíritu. Amén.
2. Lectura
a) Clave de lectura: Juan
6,51-58
Con ocasión de la Fiesta del Cuerpo y
Sangre de Cristo, hacemos nuestra meditación sobre la parte final del discurso
del Pan de Vida. Mediante este discurso, el evangelio de Juan nos ayuda a
comprender el significado profundo de la multiplicación de los panes y de la
Eucaristía. En el transcurso de la lectura, tratemos de estar atentos a las palabras
de Jesús que ayudan a la gente a entender el signo del Pan de Vida
b) Una división del texto
para ayudar en la lectura:
Juan 6,51: La afirmación inicial que
resume todo
Juan 6,52: La reacción contraria de los
Judíos
Juan 6,53-54: La respuesta de Jesús
reafirmando cuanto ha dicho antes
Juan 6,55-58: Jesús saca las
conclusiones para la vida
c) El Texto: 51 Yo soy el pan vivo, bajado del cielo. Si uno come
de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo le voy a dar, es mi carne por
la vida del mundo.» 52 Discutían entre sí los judíos y decían: «¿Cómo puede
éste darnos a comer su carne?» 53 Jesús les dijo: «En verdad, en verdad os
digo: si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no
tenéis vida en vosotros. 54 El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida
eterna, y yo le resucitaré el último día. 55 Porque mi carne es verdadera comida
y mi sangre verdadera bebida. 56 El que come mi carne y bebe mi sangre,
permanece en mí, y yo en él. 57 Lo mismo que el Padre, que vive, me ha enviado
y yo vivo por el Padre, también el que me coma vivirá por mí. 58 Este es el pan
bajado del cielo; no como el que comieron vuestros padres, y murieron; el que
coma este pan vivirá para siempre.»
3. Un momento de silencio orante para que la Palabra de Dios pueda entrar en nosotros
e iluminar nuestra vida.
4. Algunas preguntas para ayudarnos en la meditación y en la oración.
a) ¿Qué parte del texto ha atraído mayormente mi
atención? ¿Por qué?
b) ¿Cuántas veces, en el texto, se usa la palabra
vida y qué dice de la vida?
c) Jesús dice: “Yo soy el pan vivo bajado del cielo”
¿Qué significa esto? Busca una respuesta en el texto
d) ¿Qué nos dice este texto sobre la persona de
Jesús: Títulos, funciones, etc.?
e) ¿En qué modo este texto nos ayuda a entender
mejor el significado de la Eucaristía?
5. Para aquéllos que desean profundizar el discurso del Pan de
Vida
a) Contexto en el cuál nuestro texto se coloca en el discurso del
Pan de Vida: El discurso del Pan de Vida (Jn 6,22-71)
es una secuencia de siete breves diálogos entre Jesús y las personas que se
encuentran con Él después de la multiplicación de los panes. Jesús trata de
abrir los ojos de la gente, haciéndoles entender que no basta luchar por el pan
material. La lucha cotidiana por el pan material no llega a la raíz, si no va
acompañada de una mística. ¡No sólo de pan vive el hombre! (Dt 8,3). Los siete
breves diálogos son una catequesis muy bella que explica a la gente el
significado profundo de la multiplicación de los panes y de la Eucaristía. A lo
largo de todo el diálogo aparecen las exigencias que el vivir desde la fe en
Jesús traza para nuestra vida. La gente reacciona. Queda asombrada por las
palabras de Jesús. Pero Jesús no cede, no cambia sus exigencias. Por esto,
muchos lo abandonan. Hoy sucede también la misma cosa: cuando el evangelio
comienza a ser un serio compromiso, mucha gente lo abandona. En la medida en
que el discurso de Jesús avanza, menos gente va quedando a su alrededor. Al
final quedan solo los doce y Jesús ¡ni siquiera puede confiar en ellos!
He aquí la secuencia de los siete
diálogos que componen el discurso del Pan de Vida:
Juan 6,22-27:
1º Diálogo: La gente busca a Jesús porque quiere más pan
Juan 6,28-33:
2º Diálogo: Jesús pide a la gente trabajar por el verdadero pan
Juan 6,34-40:
3º Diálogo: El pan verdadero es hacer la voluntad de Dios
Juan 6,41-51:
4º Diálogo: Quien se abre a Dios acepta a Jesús y su propuesta
Juan 6,52-58:
5º Diálogo: Carne y sangre. Expresión de la vida y del don total
Juan 6,59-66:
6º Diálogo: Sin la luz del Espíritu no se entienden estas palabras
Juan 6,67-71:
7º Diálogo: Confesión de Pedro
b) Comentario sobre los
siete diálogos que componen el discurso del Pan de
Vida. En vez de comentar solamente los
ocho versículos del Evangelio de este domingo (Jn 6,51-58), se ha pensado dar
una clave general para entender los siete breves diálogos que componen todo el
discurso. Una visión global del conjunto ayudará a entender mejor el
significado y la portada de los ocho versículos del texto litúrgico de este día
del Corpus Christi
1° Diálogo – Juan
6,22-27: La gente busca a Jesús porque quiere más pan
22 Al día siguiente, la gente que se
había quedado al otro lado del mar vio que allí no había más que una barca y
que Jesús no había montado en la barca con sus discípulos, sino que los
discípulos se habían marchado solos. 23 Pero llegaron barcas de Tiberíades
cerca del lugar donde habían comido pan. 24 Cuando la gente vio que Jesús no
estaba allí, ni tampoco sus discípulos, subieron a las barcas y fueron a
Cafarnaún, en busca de Jesús. 25 Al encontrarle a la orilla del mar, le
dijeron: «Rabbí, ¿cuándo has llegado aquí?» 26 Jesús les respondió: «En verdad,
en verdad os digo: vosotros me buscáis, no porque habéis visto signos, sino
porque habéis comido de los panes y os habéis saciado. 27 Obrad, no por el
alimento perecedero, sino por el alimento que permanece para vida eterna, el
que os dará el Hijo del hombre, porque a éste es a quien el Padre, Dios, ha
marcado con su sello.»
La gente ve el milagro, pero no entiende
que se trata de un signo de algo más grande y más profundo. Se queda en la
superficie del hecho, en la distribución del pan. Busca el pan de vida, pero
sólo para el cuerpo. Según la gente, Jesús hace algo que ya Moisés había hecho
en el pasado. Dar alimento a todos. Y la gente quería que el pasado se
repitiese. Pero Jesús pide a la gente dar un paso más. No fatigarse por el pan
que perece, sino procurarse el pan que no perece. Este nuevo alimento que no
perece da la vida que dura para siempre.
2º Diálogo – Juan
6,28-33: Jesús pide a la gente trabajar por el pan verdadero
28 Ellos le dijeron: «¿Qué hemos de
hacer para obrar las obras de Dios?» 29 Jesús les respondió: «La obra de Dios
es que creáis en quien él ha enviado.» 30 Ellos entonces le dijeron: «¿Qué
signo haces para que viéndolo creamos en ti? ¿Qué obra realizas? 31 Nuestros
padres comieron el maná en el desierto, según está escrito: Pan del cielo les
dio a comer.» 32 Jesús les respondió: «En verdad, en verdad os digo: No fue
Moisés quien os dio el pan del cielo; es mi Padre el que os da el verdadero pan
del cielo; 33 porque el pan de Dios es el que baja del cielo y da la vida al
mundo.»
La gente pide: ¿Qué se debe hacer para
realizar la obra de Dios? Y Jesús responde: ¡Creer en el enviado de Dios! O
sea, creer en Jesús. Y la gente reacciona: Danos una señal para entender que
verdaderamente eres el enviado de Dios. ¡Nuestros padres comieron el maná que
se les dio por medio de Moisés! Según la gente, Moisés continúa siendo el gran
jefe a quien creer. Si Jesús quiere que la gente crea en Él debe realizar un
signo más grande del que realizó Moisés. Jesús responde que no es el pan dado
por Moisés el verdadero pan, porque no garantizaba la vida de nadie. Todos
murieron en el desierto. El pan verdadero de Dios es aquél que vence la muerte
y da la vida. Jesús trata de ayudar a la gente a liberarse de los esquemas del
pasado. Para Jesús, la fidelidad al pasado no significa encerrarse a las cosas
del pasado y rechazar toda renovación. La fidelidad al pasado quiere decir
aceptar lo que es nuevo, que es fruto de la semilla plantada en el pasado
3º Diálogo – Juan
6,34-40: El pan verdadero es hacer la voluntad de Dios
34 Entonces le dijeron: «Señor, danos
siempre de ese pan.» 35 Les dijo Jesús: «Yo soy el pan de vida. El que venga a
mí, no tendrá hambre, y el que crea en mí, no tendrá nunca sed. 36 Pero ya os
lo he dicho: Me habéis visto y no creéis. 37 Todo lo que me dé el Padre vendrá
a mí, y al que venga a mí no lo echaré fuera; 38 porque he bajado del cielo, no
para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me ha enviado. 39 Y esta es la
voluntad del que me ha enviado: que no pierda nada de lo que él me ha dado,
sino que lo resucite el último día. 40 Porque esta es la voluntad de mi Padre:
que todo el que vea al Hijo y crea en él, tenga vida eterna y que yo le
resucite el último día.»
La gente pide: “¡Señor, danos siempre de
este pan!” Pensaba que Jesús estuviese hablando de un pan especial. Entonces,
Jesús responde claramente: “¡Yo soy el pan de vida!” Comer el pan del cielo es
lo mismo que creer en Jesús y aceptar el camino que Él ha enseñado, o sea: “¡Mi
comida es hacer la voluntad de mi Padre que está en el cielo!” (Jn 4,34) Este
es el verdadero alimento que sostiene a la persona, que nos da por siempre una
vida nueva. ¡Es semilla con garantía de resurrección!.
41 Los judíos murmuraban de él, porque
había dicho: «Yo soy el pan que ha bajado del cielo.» 42 Y decían: «¿No es éste
Jesús, hijo de José, cuyo padre y madre conocemos? ¿Cómo puede decir ahora: He
bajado del cielo?» 43 Jesús les respondió: «No murmuréis entre vosotros. 44
Nadie puede venir a mí, si el Padre que me ha enviado no lo atrae; y yo le
resucitaré el último día. 45 Está escrito en los profetas: Serán todos
enseñados por Dios. Todo el que escucha al Padre y aprende, viene a mí. 46 No
es que alguien haya visto al Padre; sino aquel que ha venido de Dios, ése ha
visto al Padre. 47 En verdad, en verdad os digo: el que cree, tiene vida
eterna. 48 Yo soy el pan de vida. 49 Vuestros padres comieron el maná en el
desierto y murieron; 50 este es el pan que baja del cielo, para que quien lo
coma no muera. 51 Yo soy el pan vivo, bajado del cielo. Si uno come de este
pan, vivirá para siempre; y el pan que yo le voy a dar, es mi carne por la vida
del mundo.»
El discurso se hace cada vez más
exigente. Ahora son los judíos. O sea, los jefes del pueblo, los que murmuran:
“¿No es éste Jesús, el hijo de José, de quien conocemos el padre y la madre?
¿Cómo puede decir que ha bajado del cielo?” Ellos se creían capaces de conocer
y reconocer las cosas que vienen de Dios. Pero se equivocaban. Si estuviesen
abiertos verdaderamente a las cosas de Dios, sentirían en sí el impulso de Dios
que los atrae a Jesús y reconocerían que Jesús viene de Dios (Jn 6,45). En la
celebración de la Pascua, los judíos recordaban el pan del desierto. Jesús les
ayuda a dar un paso adelante. ¡Quien celebra la Pascua recordando sólo el pan
que los padres comieron en el desierto, morirá como todos ellos! El verdadero
sentido de la Pascua no es el de recordar el maná que en el pasado cayó del
cielo, sino aceptar a Jesús Pan de Vida, que ha bajado del cielo y seguir el
camino trazado por Él. No quiere decir comer la carne del cordero pascual, sino
la carne de Jesús, que ha bajado del cielo ¡para dar la vida al mundo!
5º Diálogo – Juan
6,52-58: Carne y sangre: expresión de la vida y del total
52 Discutían entre sí los judíos y
decían: «¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?» 53 Jesús les dijo: «En
verdad, en verdad os digo: si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no
bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. 54 El que come mi carne y bebe mi
sangre, tiene vida eterna, y yo le resucitaré el último día. 55 Porque mi carne
es verdadera comida y mi sangre verdadera bebida. 56 El que come mi carne y
bebe mi sangre, permanece en mí, y yo en él. 57 Lo mismo que el Padre, que
vive, me ha enviado y yo vivo por el Padre, también el que me coma vivirá por
mí. 58 Este es el pan bajado del cielo; no como el que comieron vuestros
padres, y murieron; el que coma este pan vivirá para siempre.»
Los Judíos reaccionan: “¿Cómo puede éste
darnos a comer su carne?” Ellos no entendían estas palabras de Jesús, porque el
respeto profundo a la vida exigía que desde los tiempos del Antiguo Testamento
estuviese prohibido comer sangre, porque la sangre era señal de vida (Dt
12,16.23; At 15.29). Además estaba cerca la Pascua y dentro de pocos días todos
habrían comido la carne y la sangre del cordero pascual en la celebración de la
noche de Pascua. Tomaron literalmente la palabra de Jesús, por esto no
entendían. Comer la carne de Jesús significaba aceptar a Jesús como el nuevo
Cordero Pascual, y que su sangre les hubiera liberado de la esclavitud. Beber
la sangre de Jesús significaba asimilar la misma manera de vivir que ha tenido
la vida de Jesús. Lo que da vida no es celebrar el maná del pasado, sino comer
este nuevo pan que es Jesús, su carne y su sangre. Participando en la Cena
Eucarística, asimilando su vida, su entrega, su donación.
6º Diálogo – Juan
6,59-66: Sin la luz del Espíritu no se entienden estas palabras
59 Esto lo dijo enseñando en la
sinagoga, en Cafarnaún. 60 Muchos de sus discípulos, al oírle, dijeron: «Es
duro este lenguaje. ¿Quién puede escucharlo?» 61 Pero sabiendo Jesús en su
interior que sus discípulos murmuraban por esto, les dijo: «¿Esto os escandaliza?
62 ¿Y cuando veáis al Hijo del hombre subir adonde estaba antes?... 63 «El
espíritu es el que da vida; la carne no sirve para nada. Las palabras que os he
dicho son espíritu y son vida. 64 «Pero hay entre vosotros algunos que no
creen.» Porque Jesús sabía desde el principio quiénes eran los que no creían y
quién era el que lo iba a entregar. 65 Y decía: «Por esto os he dicho que nadie
puede venir a mí si no se lo concede el Padre.» 66 Desde entonces muchos de sus
discípulos se volvieron atrás y ya no andaban con él.
Aquí termina el discurso de Jesús en la
sinagoga de Cafarnaún. Muchos discípulos pensaban: “¡Jesús se está pasando.
Está poniendo fin a la celebración de la Pascua. Está ocupando el puesto
central de nuestra religión!” Por esto mucha gente se alejó de la comunidad y
no seguía a Jesús. Jesús reacciona diciendo: “Es el espíritu el que da vida; la
carne no sirve para nada; las palabras que os he dicho son espíritu y son
vida”. No deberíamos tomar literalmente las cosas que dice. Sólo con la ayuda
de la luz del Espíritu Santo es posible entender el sentido pleno de todo lo
que Jesús dice (Jn 14,25-26; 16,12-13)
7º Diálogo – Juan
6,67-71: Confesión de Pedro
67 Jesús dijo entonces a los Doce:
«¿También vosotros queréis marcharos?» 68 Le respondió Simón Pedro: «Señor, ¿a
quién vamos a ir? Tú tienes palabras de vida eterna, 69 y nosotros creemos y
sabemos que tú eres el Santo de Dios.» 70 Jesús les respondió: «¿No os he
elegido yo a vosotros, los Doce? Y uno de vosotros es un diablo.» 71 Hablaba de
Judas, hijo de Simón Iscariote, porque éste le iba a entregar, uno de los Doce.
Al final, quedaron sólo los doce. Jesús
les dice: “¿También vosotros queréis marcharos?” Para Jesús lo importante no es
el número de la gente que está a su alrededor. No cambia el discurso cuando
éste no gusta. Jesús habla para revelar al Padre y no por dar gusto a nadie.
Prefiere quedarse solo , más que ser acompañado de personas que no se
comprometan con el proyecto del Padre. La respuesta de Pedro es bella: “¿A quien
iremos? ¡ Tú sólo tienes palabras de vida eterna!” Aun sin entenderlo todo,
Pedro acepta a Jesús y cree en Él. A pesar de todas su limitaciones, Pedro no
es como Nicodemo que quería verlo todo claro, para confirmar sus propias ideas.
Pero también entre los doce había algunos que no aceptaban la propuesta de
Jesús.
c) Profundizando:
Eucaristía y Nuevo Éxodo
Describiendo la multiplicación de los
panes, Jesús que camina sobre las aguas y el discurso del Pan de Vida, el
Evangelio de Juan sugiere un paralelo con el Éxodo Este paralelo enseña que
mediante la Eucaristía se cumple un nuevo Éxodo. La Eucaristía nos ayuda a
vivir en estado permanente de Éxodo:
i) La multiplicación de los panes
(Jn 6,1-15)
Jesús tiene delante de sí una multitud
hambrienta y el reto de dar pan a todos. También Moisés afrontó este reto a lo
largo de la marcha del pueblo por el desierto (Ex 16,1-35; Num 11,18-23).
Después de haber comido, la gente saciada reconoce en Jesús el nuevo Moisés, el
“Profeta que debe venir al mundo” (Jn 6,14), según cuanto está anunciado en la
Ley de la Alianza (Dt 18,15-22).
ii) Jesús camina sobre el mar (Jn
6,16-21)
En el Éxodo, el pueblo está en marcha
para obtener la libertad y afronta y vence al mar (Ex 14,22). También Jesús,
como Moisés, domina y vence al mar, impide que la barca de sus discípulos sea
tragada por las aguas y hace que todos lleguen salvos a la otra orilla
iii) El discurso sobre el pan de vida
El discurso evoca el capítulo 16 del
Éxodo donde se describe la historia del maná. Cuando Jesús habla de un ”alimento
que no perece” (Jn 6,27), está recordando el maná que perece y que cada vez
sabe peor (Ex 16,20). Los judíos “murmurando” contra Jesús (Jn 6,41) hacen la
misma cosa que los Israelitas en el desierto, que dudaban de la presencia de
Dios con ellos a través de la caminata (Ex 16,2; 17,3; Num 11,1). Los Judíos
dudaban de la presencia de Dios en Jesús de Nazaret (Jn 6,42). Jesús es el
verdadero maná que nos da la vida para siempre.
6. Salmo 85 (84)
La justicia y la paz se abrazan
Propicio has sido, Yahvé, con tu tierra,
has cambiado la suerte de Jacob;
has quitado la culpa de tu pueblo,
has cubierto todos sus pecados,
has reprimido todo tu furor,
has desistido del ardor de tu cólera.
cesa en tu irritación contra nosotros!
¿Estarás siempre airado con nosotros?
¿Prolongarás tu cólera de edad en edad?
¿No volverás a darnos vida
para que tu pueblo goce de ti?
¡Muéstranos tu amor, Yahvé,
danos tu salvación!
Escucharé lo que habla Dios.
Sí, Yahvé habla de futuro
para su pueblo y sus amigos,
que no recaerán en la torpeza.
Su salvación se acerca a sus adeptos,
y la Gloria morará en nuestra tierra.
Amor y Verdad se han dado cita,
Justicia y Paz se besan;
Verdad brota de la tierra,
Justicia se asoma desde el cielo.
Yahvé mismo dará prosperidad,
nuestra tierra dará su cosecha.
Justicia marchará ante él,
con sus pasos le abrirá camino.
7. Oración final
Señor Jesús, te damos gracia por tu
Palabra que nos ha hecho ver mejor la voluntad del Padre. Haz que tu Espíritu
ilumine nuestras acciones y nos comunique la fuerza para seguir lo que Tu
Palabra nos ha hecho ver. Haz que nosotros como María, tu Madre, podamos no
sólo escuchar, sino también poner en práctica la Palabra. Tú que vives y reinas
con el Padre en la unidad del Espíritu Santo por todos los siglos de los
siglos. Amén.